Cuidado y abonado de la viña

La vid se adapta muy bien a todo tipo de terrenos agrícolas, siempre que se eviten suelos con salinidad y exceso de arcilla o caliza. Sin embargo el clima es un factor fundamental para un desarrollo óptimo de la vid. En nuestra zona de “Ribera del Duero” tenemos un claro ejemplo de ello. Los fabulosos vinos se deben a la características singulares de la zona y su oscilación de temperaturas, pero también al esmero de cada bodega que mima su producto para obtener la mejor vendimia. El cuidado de la tierra y su abonado es clave para obtener un vino con sello propio.

Este abonado de la viña permite al viticultor aportar la fertilización indispensable en toda actividad agraria, que consiste en reponer el terreno con todos los nutrientes que se consumen por desarrollo de la planta y extracción de sus cultivos. Las labores de mejora del terreno se complementan con otra serie de aportes que permiten mantener la tierra fértil y las viñas en buen estado de salud, evitando plagas, sequías o heladas.

Las precipitaciones juegan un papel fundamental, ya que siendo un cultivo de secano, las lluvias son su único aporte de agua. Los periodos de máxima oscilación de temperaturas también pueden afectar al viñedo, por ejemplo, si se superan los 42º pueden producirse desecamientos y quemaduras en los racimos y hojas.

Un terreno equilibrado y preparado para soportar distintos periodos de temperatura o precipitaciones es un aspecto cada vez más a tener en cuenta.

El uso de enmiendas orgánicas garantiza el mantenimiento óptimo de la estructura del terreno, su aporte de materia orgánica y microorganismos que hacen posible la asimilación de nutrientes por las plantas.

El uso de humus de lombriz está ganando terreno al estiércol por sus muchos beneficios: es una enmienda segura y no existe riesgo por exceso de dosis. Su poder de actuación es mucho más eficiente, por lo que una décima parte de humus equivale a la cantidad recomendada de estiércol. Por ejemplo, para abonado de mantenimiento, dos toneladas por hectaria al año sería suficientes. Por otra parte, el humus de lombriz aporta además de materia orgánica, los imprescindibles microorganismos para la fertilidad de terreno.

Además suministra a la vid los nutrientes necesarios en las proporciones óptimas, evitando excesos y carencias. Estos nutrientes son:

NITRÓGENO: mejora el crecimiento de la viña y su capacidad productiva. Favorece significativamente el desbrote, el cuajado y el proceso de inducción floral.

FÓSFORO: optimiza la transferencia de energía y azúcares. Incrementa el desarrollo de raíces y brotes. Frena la absorción excesiva de nitrógeno, mejorando así su resistencia a sequías o enfermedades.

POTASIO: Aliado clave de la cepa. Permite la síntesis y acumulación de azucares en las uvas y partes vivaces. Interviene en la neutralización de los ácidos orgánicos. Regula la acidez y pH del vino. Además, favorece la absorción del agua por las raíces regulando los mecanismos de captación.

CALCIO: mantiene el equilibrio ácido-base y la activación de encimas del metabolismo de glúcidos y proteínas.

MAGNESIO: Facilita la acumulación de azúcares. Y junto con el potasio y calcio, mantiene el balance iónico celular.

Además aporta MANGANESO, BORO y ZINC para la fertilidad de las yemas, fecundación y el cuajado, y la maduración de la uva.

La necesidad nutricional de la vid tiene un ritmo regular, escalonado y moderado en comparación con otros cultivos. La mayor absorción de nutrientes será requerida en el período comprendido entre la brotación y el envero. Durante el desarrollo de las bayas será el periodo de mayor necesidad nutricional, reservando el potasio para su etapa de maduración. Las reservas nutricionales acumuladas en las partes vivaces de la cepa durante su ciclo anual son de gran ayuda para el desarrollo de los racimos.

El análisis y diagnostico foliar toman gran protagonismo para la detección de posibles desequilibrios nutricionales y la racionalización de la fertilización.

Otro avance que se está introduciendo con fuerza en la Ribera del Duero es la “Agricultura de Precisión”. Esta tecnología permite conocer las necesidades del terreno por zonas mediante su mapeo de precisión, y así poder ser abonadas y tratadas por áreas concretas, consiguiendo la máxima optimización de la fertilización y unificando las características de la producción y cosecha.

El estudio y la mejora constante del proceso de cultivo, su vendimia – de gran selección – y la elaboración de vinos con denominación de origen que permiten controlar la calidad, han hecho posible el reconocimiento y prestigio de los vinos Ribera del Duero. Desde el corazón de esta tierra con sabor a buen vino y apasionados en su elaboración, invitamos a todo el mundo a celebrar sus ocasiones especiales con estos caldos. También a reconocer en el sabor del vino, el resultado de un trabajo y cuidado especial por la nuestra tierra.

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